LA HERMANDAD PREPARA LA EUCARISTÍA DE ESTE DOMINGO

Mañana 13 de septiembre, XXIV Domingo del Tiempo Ordinario, a las 12 horas se celebra como cada domingo la Eucaristía de la Comunidad Educativo-Pastoral en nuestra Capilla. Tras el paréntesis vacacional esta Eucaristía será preparada por nuestra Hermandad en comunicón con toda la Familia Salesiana de Alcalá
Este XXIV Domingo tiene las siguientes lecturas de la Palabra de Dios:
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Lectura del Profeta Isaías 50,5-10.
En aquellos días, dijo Isaías: El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he rebelado, ni me he echado atrás. Ofrecí la espalda a los que golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido, por eso ofrecí el rostro como pedernal,y sé que no quedaré avergonzado. Tengo cerca a mi abogado, ¿quién pleiteará contra mí?. Vamos a enfrentarnos: ¿quién es mi rival? Que se acerque. Mirad, mi Señor me ayuda; ¿quién probará que soy culpable?
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Lectura de la carta del Apóstol Santiago 2,14-18.
Hermanos míos: ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare: abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro. Alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.
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Lectura del santo Evangelio según San Marcos 8,27-35.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo?
Ellos le contestaron: Unos, Juan Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas.
El les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy?
Pedro le contestó: Tú eres el Mesías.
El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días. Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió, y de cara a los discípulos increpó a Pedro: ¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!
Después llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio, la salvará.