ANTOLOGÍA POÉTICA. Francisco Mantecón en el Pregón de Semana Santa de 1994

Francisco Mantecón Campos, pintor y técnico de la Delegación de Patrimonio de nuestra ciudad, exaltó nuestra Semana Santa en el Pregón de 1994. El acto se celebró en el teatro "Gutiérrez de Alba" el Domingo de Pasión, 20 de marzo.

"A medida que va avanzando la Semana Santa, igual que cuando cada cofradía...

...se va acercando al final de su itinerario, se precipitan los momentos intensos y se agolpan los sentimientos. El vértigo del cansancio hace que uno abandone el timón del tiempo y se deje llevar por la marea de las cosas.


De igual manera en la vida, conforme van avanzando las etapas, los años pasan más deprisa y se acumulan los aconteceres en un Rosario casi interminable de vivencias, recuerdos, momentos, sonidos, aromas, alegrías, sinsabores, súplicas, gracias, ofrecimientos, nombres, planes, sueños... Pero el alma permanece intacta y se sigue estremeciendo emocionada en ese instante de la luz naciente palpitando al extremo de la calle; o al detenerse los cuatro zancos de un "paso de palio" a escasos metros de una esquina donde sabemos que nos espera un gozo por "Campanilleros", o unos sones de "Estrella Sublime", de "Esperanza Macarena", o de cualquier otra "marcha" con la que hasta los clarines lloren. Como se ha estremecido el corazón del pregonero al pronunciar antes ese nombre, "Rosario", sabiendo que por élla llega el primer "paso de palio" completamente dispuesto de cada Semana Santa.

Cuando este año, en la mañana en que para siempre las golondrinas se hacen nazarenas tuyas vestidas de blanco con antifaz negro, de nuevo me detenga unos minutos ante la "entrecalle" de tu paso, desearé, Señora, aspirar con todas mis fuerzas la frescura de tus flores, ¡las primeras!, puestas siempre por el cariño, y me soñaré subiendo por uno de tus varales para prender en su extremo un rosario hecho con mis propias manos. Para ensaltarlo trenzaré todos los pequeños "haces" de luz de todos los soles que alguna vez han iluminadomis días y caldeado mi corazón. Iré prendiendo "Avemarías" por cada uno de los misterios gozosos de mi vida; una oración por cada una de las incontables personas y circunstancias de las que tu Mediación ha hecho un motivo para dar gracias al Padre cada mañana. Y en las letanías, desde la verdad de lo vivido, te diré, Madre mía, que Tú eres en el cielo, cada estrella. En el mar, el cielo. En el barco, la proa. La vida, en el convivir. Entre los colores, el blanco y el azul. Entre las palabras, "Dios" .De nuestro hogar, la piedra y la argamasa; del alma, la mirada; de la mujer, lo heroico y lo cotidiano. Eres, de la humanidad, las madres. Para el peregrino, los pies y la meta. Para el huérfano, el nombre de su vacío. En navegación, el faro y la brisa; en medicina, la fe. En el que cree, la esperanza; en el que no cree, la esperanza. En el amor, la verdad.

En el silencio, los matices; en la algarabía, las palabras al oído. En el pregón, los folios y vosotros; el "Sí", la compañía en la oración y el cariño de cada detalle; el rosario' traído de Jerusalén y todas las "tapas" en corazones labradas; las lágrimas de agosto, las palabras de Vicente y los sones de una marcha. En la Semana Santa, el alma y la belleza. Para el costalero, la brisa y la promesa; para quien te viste, las manos que de pronto dejan de temblar; para el capataz, la voz. En los judíos, la sencillez altiva de quien se sabe portador de la verdad de Jesús, no asequible a tantos sabios de este mundo. Savia para las flores, oro de la luz, Auxiliadora de los cristianos, Rosario por el que todo se nos dará, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


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Al ir atardeciendo su vida, el cofrade se da cuenta de que en ella, como en su propio historial de nazareno, habrá ido avanzando puestos para estar cada vez más cerca del Señor, puede que hasta llegar a estar en la "manigueta" de Dios. Y una vez allí, amorosamente le será levantada su ficción y desvelada la verdad de que no es él quien le va llevando, sino Cristo quien le va conduciendo a El.


Cofrades mayores de Alcalá, que tanto habéis hecho por nuestras hermandades; fundadores, impulsores, alimento permanente con vuestra constancia y la entrega total de vuestras vidas. Muchas de ellas se ven hoy florecidas al ver salir varios nazarenos juntos -hace tantos años que ¡gracias a Dios! no ha dejado de salir alguna túnica de esos colores- por las puertas de vuestros benditos hogares, para dirigirse por el camino más corto a la verdad de su estirpe.

Nuestra Semana Santa os para sus "pasos" ante vuestras ventanas; tras los cristales, el cristal de vuestros ojos pondrá en manos de la Señora la gratitud de un año más que se irá con Ellaen el lugar de la cofradía donde tantas veces la acompañasteis. De los "entrevarales" del palio partirán los dos claveles blancos que, un poco más tarde, os serán traídos por una mano agradecida, como la prenda más nuestra de las bendiciones del Cielo. y no hará falta que nadie os cuente, porque lo sabéis, cóm,o trabajó la gente de "el Moreno" subiendo la cuesta de la calle Sol, o cómo a la Virgen se le volvió a mudar el semblante, en nuevo anuncio de Resurrección, al clarear la mañana, de vuelta, bajo el puente. O acaso, si habéis compartido ya la Buena Muerte del Señor, también se os pararán los "pasos" bajo los balcones del Cielo, para que volquéis sobre ellos hojillas de un almanaque hechas pétalos de nostalgia.

 
 
¡El domingo que viene, el que no estrena no tiene manos!. Yo estrenaré mi condición de !pregonerol!, y ofreceré mi Pregón para que Alcalá nunca deje de contar con las manos del Señor. Manos que, aún cautivas, mueven el mundo. Manos clavadas que se estiran arañando el cielo, acercando para nosotros cada día el Perdón de Dios. Brazos permanentemente abiertos, para cualquiera que busque su Amor. Manos vencedoras de todas las tentaciones, que abrazan perseverantes la ¡Vera Cruz!. Manos que son humanas sudando sangre en el huerto; ...