ANTOLOGÍA POÉTICA. Bernardo Hermosín en el Pregón Juvenil de 2013.


El sábado 2 de marzo de 2013 el joven cofrade Bernardo Hermosín Calderón pronunció en la Parroquia de la Inmaculada, un Pregón Juvenil de Semana Santa, organizado por el grupo joven de la Hermandad del Perdón. Asimismo, el pregonero fue presentado por D. Enrique Gutiérrez Jiménez, e intervino la Agrupación Musical Santísimo Cristo de la Bondad. 

Éstas son las hermosas palabras que el joven pregonero dedicó a nuestra Hermandad.

Recuerdos de Oración
Y Alcalá vuelve a retraernos al tiempo antiguo con el aroma que deja el cante de una saeta. Nos trae los recuerdos de un pasado no muy lejanos para algunos y para otros eternos en el tiempo. Esos olores que nos sobresaltan el corazón, como por ejemplo cuando sin quererlo cualquier día del año nos llega un suave pentagrama de incienso…Y entonces nuestra memoria nos traiciona, haciéndonos creer que estamos ante lo que la mano de Alcalá talló, que nos golpea una bocanada de aire producida por una pesada capa color crema subiendo Padre Flores arriba. A todos nos ha ocurrido esto alguna vez, nos invadió la nostalgia, pero todo llega siempre. No rehuyamos de aquello que palpita en nuestro interior cuando añoramos el tiempo pasado, recordemos todos lo que nos trajo a ser nazareno de Dios por estas calles…
Azahar, incienso, vela fundida, las ramas del olivo… Estos son los aromas de mi infancia cofrade, los cuales van todos hacia una misma capilla y hacia un mismo patio con esos olores por Cuaresma. Y allá por Mayo con olor a azahar caído y con un sol altivo y caluroso que nos anunciaba el mes de María. Cuantos recuerdos hacia una de mis casas, cuanto amor con el espíritu de Don Bosco en mi corazón presente y cuanto cariño hacia todo lo unido a ella.
En la capilla de aquel colegio de mi corazón, donde la felicidad nunca me abandonó, la luz del exterior se posa sobre Ellas, dos madres más puras que el Sol. Frente por frente a la puerta, está el amor de mi infancia y para siempre el amor de mi vida, bella y salesiana reina de Mayo, que con su manto celeste y rosa auxilia todo los días a los cristianos de tu pueblo.
Pero en un lateral de la capilla, siempre brillaba una luna blanca y llena. Una Luna con luz propia que me daba los buenos días cada mañana de mi niñez. Esa luz que emanaba de su rostro, de sus manos, de todo cuanto le rodeaba. Siempre recuerdo como cada día me acercaba más y más aquella luz, para poder ver bien aquella dulce niña de los Salesianos, que con el transcurro de los años se hacía más hermosa y más madre.
Tu luz me guió entre tanta oscuridad, buscándote todos los días excepto cuando el sol de un Domingo de Palmas reclamaba tu presencia, para que tu techo se hiciera cielo entretejido con malla de oro y fueras faro que nos guie por la vida. Es ese día donde la blancura que te rodea es más radiante que nunca, cuando al son de los rosarios con el varal tu pueblo se recrea en tu belleza. Es en ese día cuando Alcalá estalla en jubilo de emoción y devoción, mientras acompaña a tu hijo, aquel que se nos presenta de rodillas los 365 días del año junto a ti, aceptando la voluntad del Altísimo y no la suya. Aquel que nos enseño a orar ante el Padre…
9
Orando a Dios en la Tierra,
el madero de la blanca paz
abraza el dintel de la puerta,
cobijando tu hermosa faz.
Se resquebraja la pasión
al sentir tu afónico clamor,
musitando tu oración
que Dios nos entregue su amor.
Orando bajo el olivo,
resurge la ardiente llama,
caída en las garras del olvido,
para renacer un Domingo de Palmas.
Orando junto a tu madre
bajo su palio de oro y malla,
los suspiros de fe callasen
ante su llanto en calma.
Resurgiendo el dorado sol,
Tú rezas junto a Alcalá
una salesiana oración al son
de los rosarios de cada varal.