"EL MES". CRÓNICA DE OCTUBRE DE N.H.D. ANA TORREÑO



Con el silencio que reinaba en la capilla y tras hacer la señal de la cruz, empezaba el rezo del Rosario dando comienzo al triduo en honor a nuestra titular, que supondría el toque de salida de uno de los meses más bonitos para nuestra hermandad. Comenzaba un mes que, como ya anuncia el boletín, la Hermandad CELEBRA en honor y gloria de Nuestra Amantísima Titular una serie de cultos que ocuparían todo el mes. 

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A escasos días de la capea, octubre parecía que había llegado antes. Pero no es verdaderamente octubre hasta que ella no está presidiendo el altar mayor, lleno de velas, incienso, flores. No es octubre hasta que no es ella lo primero que ves al entrar en la capilla sin tener que mirar a la derecha. El primer jueves del mes comenzaban los cultos en su honor, cinco días de misa exclusivos para ella. El mes empezó con el triduo, de jueves a sábado, que empezaba con el rezo del Santo Rosario, y no podía ser de otra forma. El domingo celebramos la Solemne Función Principal. Una bonita celebración con una iglesia repleta de fieles que se habían reunido en su honor. Fue ese domingo cuando se bendijo el retablo que da cobijo durante todo el año a nuestros titulares. Y es que, como ya he dicho, es un mes de verdadera celebración, y no fue todo eucaristías y rezos. Después de la Función tuvo lugar en nuestra hermandad un almuerzo de hermanos, que supuso un momento de verdadera unión, convivencia y buenos ratos.

La siguiente semana al triduo tampoco pasaba indiferente. El lunes 7 celebrábamos su día, el día de Nuestra Señora del Rosario. Y qué mejor forma de hacerlo que con una misa en su honor. Esta eucaristía ponía fin a sus cultos, pero el mes no había hecho más que empezar. A dos días de su santo, le dábamos gracias a Dios por estar entre nosotros. El día 10 hacía 48 años que nuestra Virgen nos acompañaba. Tenía que ser en octubre…



Con este buen sabor de boca iba avanzando el mes y ella seguía en el altar. Pero el día 18 amaneció de otra forma. Al entrar en la capilla ella no estaba en su sitio. Estaba a la derecha, a los pies del altar, con la mano extendida, cercana. Volvía a estar rodeada de flores, velas, incienso que se olía desde la calle. Estaba colocada sobre una gran alfombra, y ella, sobre su peana. Permaneció tres días en besamanos, donde mañanas y tardes los devotos se acercaron a verla, y nunca estuvo sola. En esos mismos días coincidió el X torneo de Futbol Sala celebrado en el patio del Colegio Salesiano. Como cada año, varios equipos juegan durante dos días una serie de partidos para conseguir clasificarse. Fue un fin de semana intenso, lleno de eventos, con nuestra Madre más cercana que nunca. 

El mes iba llegando a su fin, pero aún quedaba uno de los mejores y más esperados momentos. El domingo 27, y pese a ser a las 6,30h de la mañana, nuestra Virgen casi rozaba el dintel de la puerta a hombros de todos aquellos que quisieron acompañarla. La calle silenciosa, sólo se escuchaban los pasos de los hermanos portando velas. Y, de pronto suena…“Ay capataz del Rosario, párame el paso en la puerta…”.Vestida de reina y engalanada con joyas salió de la capilla y recorrió el centro del pueblo, al son de los rezos del Rosario y del coro que, con aires rocieros, acompañaban los misterios. La Virgen fue llevada hasta la residencia La Milagrosa, para que nuestros ancianos pudieran verla, rezarle, pedirle, después de que llevaran dos años sin que les visitara por la lluvia. Así transcurrió la mañana y todo aquel que quiso portó a la Señora en el camino. Al llegar a la iglesia, y la Virgen frente a su hijo, culminó el Rosario con el rezo de las letanías. Una vez que volvió al altar, comenzó la misa de domingo, finalizando la misma con su Salve, esa que tanto sabe emocionar. 


Con el Rosario de la Aurora, la celebración de la misa y el tradicional desayuno en la hermandad concluía un mes lleno de emociones, risas y llantos, convivencia, hermandad y trabajo. Un mes donde festejamos que está con nosotros, que nos acompaña y nos cuida, que ruega por nosotros y es quien nos mueve.

En la última semana de octubre no había evento previsto, ella ya volvía a su retablo, a la derecha de su hijo. Todo volvía a la normalidad, pero nunca deja de sorprender. Tanto es así que aparecía ataviada de luto por el mes que en pocos días empezaba. Una forma peculiar de dar fin a su mes.

N.H.D. ANA TORREÑO SALVADOR