LA VIRGEN DEL ROSARIO VISTE DE HEBREA

 
Con anuncio del tiempo cuaresmal, la Santísima Virgen del Rosario viste los ropajes inspirados en la vestimenta hebrea. A continuación pueden ver más fotografías, y un texto sobre el origen de esta peculiar indumentaria de las Dolorosas.


Fotografías de Dº Ana Torrreño, a la que agradecemos su colaboración














Puede ver el atavío hebreo de otros años pulsando aquí: MARÍA SANTÍSIMA DEL ROSARIO VISTE DE HEBREA

LA VESTIMENTA DE HEBREA

El origen de esta vestimenta está en la Sevilla de los años 20 del siglo pasado, aunque se barajan dos posibles artífices. El canónigo Muñoz y Pabón vistió en esos años a la Virgen del Valle con las ropas de las Santas Mujeres del misterio de la Verónica. También el artista Juan Manuel Rodríguez Ojeda vistió de esta forma a la Virgen de la Hiniesta, que llegó a lucir así en su paso en alguna ocasión. Al parecer Rodríguez Ojeda hizo pruebas para el rostrillo con un papel de seda como el que utilizaba para el diseño de sus bordados. La costumbre se generalizó a partir de los años 50, alcanzando hoy a la práctica totalidad de las Dolorosas. La Virgen del Rosario se vistió de hebrea desde su primera Cuaresma en 1966. 

La vestimenta de hebrea sigue un mismo modelo con leves y contadas variantes. La Virgen viste saya de terciopelo rojo granate, ceñida en la cintura por un fajín con rayas de vivos colores rematados por flecos, que se anuda sobre el vestido. Se cubre por un manto azul de raso en origen pero también terciopelo, con las vueltas blancas. El tocado es un tejido dispuesto en forma de tablas, generalmente tul o raso, aunque en la actualidad se utilizan otros muchos tejidos sin perder el espíritu original. La Virgen carece de corona, sustituida en esta ocasión por una aureola con doce estrellas, aunque a veces luce diadema. Otros aditamentos relacionados con esta vestimenta son el pañuelo y el puñal propios de las Dolorosas, corona de espinas, clavos, rosas de pasión...

El conjunto recuerda la Inmaculada Concepción de la Virgen, no sólo por las doce estrellas, sino también por el colorido, ya que el rojo jacinto y el azul cobalto eran los colores inmaculistas originales, sustituidos posteriormente por el blanquiceleste.

Aunque esta costumbre en el atavío de nuestras Dolorosas tiene su origen en la Cuaresma, no son pocas las que lucen estos ropajes durante las fiestas de Navidad o en las fechas previas a la Cuaresma.