Cuarto día de Quinario al Señor de la Oración en el Huerto


Quinario, la idoneidad en la vida de hermandad
Cuarto día, Vivir la relación con Dios, Jn 21, 15-18
Cristo no necesita poner a prueba nuestro amor, Dios no pone pruebas, como tantas otras cosas esto es un reflejo de nuestro modo de actuar el cual achacamos a Dios. Al fin y al cabo, tendemos a humanizarlo todo, así vemos a Dios como un castigador, como aquel que nos condenará y nos mandará a las llamas eternas.
Más allá de intentar definir el infierno. Cuando estas verdaderamente enamorado y pierdes a la persona que amas, descubres que eso, eso sí, es un infierno. Los cristianos no tenemos tanto miedo al castigo como miedo a perder a Dios. Por desgracia la frialdad con la que acogemos el amor de Dios es señal de la frialdad con que creemos y vivimos en Dios.
La conciencia del hombre, es su particular sagrario, así lo definió el Concilio Vaticano II, y por ello hemos de cuidarlo y mimarlo tanto como para mostrarles a los demás que ahí anida Dios y su sabiduría. La certeza que Dios nos ama es incuestionable, siempre y cuando en nosotros no haya otras cuestiones que ocupen el lugar primordial de ese amor.
Si el amor es generoso, el egoísmo es caprichoso, y por eso Pedro necesita tanto tiempo para descubrir la certeza del amor de Dios en su vida. Necesita una conversión sincera y llena de plenitud. Así aunque Pedro ha sido llamado desde el inicio, necesitará su camino para disponer su corazón verdaderamente desde la humildad y el servicio.
¿Me amas? Es una de esas preguntas difíciles de hacer y afirmar a otro. Y por ello, una de las grandes propuestas de amor sincero es la conversión personal. Cristo no le pregunta a Pedro porque necesite escuchar la respuesta. En verdad es muy triste cuando afirmamos de otra persona “te necesito”, pues necesitamos muchas cosas, pero a las personas no se las necesita sino que se las quiere. Así Jesús busca mostrarle una vez más que para ser la piedra angular sobre la que edificar la iglesia no debe interrogarse sobre lo que hacen los demás, de ahí que la primera pregunta sea si le ama más que estos, ni sobre si su amor es pura necesidad o interés, reflejo de la segunda pregunta, sino simplemente si está dispuesto a poner todo el corazón en lo que haga. Si así fuere, el mandato es claro, pon paz en el corazón de las ovejas. Lleva esperanza y consuelo a quienes buscan y necesitan encontrarlo, dales luz allí donde están perdidos y cariño donde lo necesiten.
Cuando eras niño actuabas como un niño, pero ahora que ya has crecido debes actuar como un adulto, no porque haya que perder el corazón de un niño, sino porque hay que aprender a mirar los acontecimientos con perspectiva. Santa Teresa nos dirá: “si eres humilde nada te tocará, ni la alabanza ni la desgana, porque sabes lo que eres”.
Ganar en autenticidad es el verdadero camino para el encuentro con la felicidad. Saber nuestros límites, nuestras imperfecciones, nuestros agotamientos y nuestras ilusiones. Conocernos para así orientar nuestros actos en el sentido correcto.
El sentido de la vida es una pregunta, ¿Me amas? Y una afirmación aquí estoy señor, ¿Qué quieres de mí?
Quinario, la idoneidad en la vida de hermandad
Estar constantemente interrogándonos por lo que hicimos y lo que nos hicieron es malgastar nuestras energías en batallas inútiles e ineficaces. La conciencia es depositaria de todas esas heridas y cicatrices, pero el corazón es el depositario del aprendizaje de la conciencia, y es que hemos de superar el dicho popular de que: “Es tan corto el amor y tan largo el olvido”.
Quinario, la idoneidad en la vida de hermandad
Prefiero Amarte
Prefiero una vida creyendo en ti,
que una vida queriendo creer a pesar de ti.
Seguramente lo primero me haga creer más en mí también
Amarte a pesar de la distancia insalvable
Amarte a pesar del silencio insonoro
Amarte a pesar del dolor de tu ausencia
Amarte en mí por tu eterna presencia
Amarte sin llevar la cuenta de lo que pierdo
Amarte por las huellas que dejas bien dentro
Amarte sin la sal ni la amargura
Amarte por el dulzor de mi sangre pura
Me niego a vivir olvidando lo que vivo
Perder mi tiempo acumulando tus errores
Prefiero vivir recordando tus sonrisas
Perder mis miedos en favor de tus caricias
Prefiero amarte a olvidarte
Prefiero amarte a odiarte
Prefiero amarte porque me engrandece
Prefiero amarte porque me enriquece
Prefiero hasta que deje de preferirlo
Prefiero hasta que se me nuble el juicio
Prefiero por todo lo vivido
Prefiero a pesar de lo sufrido
Carlos Carrasco Schlatter, pbro