REFLEXIONES DE DOMINGO DE RAMOS


La llegada de este peculiar Domingo de Ramos sin nuestra Hermandad recorriendo las calles trajo también hermosos artículos dedicados a esta singular vivencia. Dejamos aquí algunos de ellos.

PRONTO NOS VEMOS, Ana Torreño Salvador para www.alcalanazarena.com

Y, de repente, un año más es Domingo de Ramos.
Atrás queda el cansancio, las prisas, las risas, las flores, el sábado del olivo. Papeletas, listados, cirios, altar de insignias. Misa preparatoria el Sábado de Pasión y aquí estamos de nuevo, buscándote.
Como quien estrena la ilusión, arreglada y con la medalla en el bolsillo voy a verte, a pasar la mañana contigo. Pegatinas en la solapa, ofrendas, risas, nervios. Ir y venir de hermanos buscando su nombre en las columnas del patio. Huele cera, a flores, a plata limpia, a reencuentros. Espero el momento de que llegue el coro a cantarte “Por esa cara bonita dos lágrimas van corriendo…”  Ese instante, ¿cuánto vale? Ahora sí me lo creo, es Domingo de Ramos.
El transcurso de tiempo desde que salimos de la capilla hasta que me visto de nazareno avanza más lento que de costumbre, parece que los minutos pesan de dos en dos. Pero siempre llega la ocasión de desmontar el particular altar de mi casa y vestirnos de crema y negro mi hermana y yo para ir a la iglesia. Por el camino más corto, sin hablar con nadie. La emoción de ver ese reguero de nazarenos que van buscando encontrarse con ella.
Y, para mí, llega el mejor momento del día. Después entrar en un patio abarrotado de gente con las mejillas coloradas del calor del sol con el terciopelo, entrar en la capilla y buscarla a Ella. Oscuro, en silencio, dejando atrás el ruido, el caos. Allí dentro, la paz, el consuelo. Sin más luz que dos o tres velas que alumbra su cara, ahí está ella paciente, sencilla, la de siempre, como si sólo estuviésemos ella y yo. Parece que se para el mundo. Y con esa serenidad, rezamos el rosario. Hasta que rompe el silencio los pequeños capirotes negros con varita que serán los primeros en abrir del cortejo. Dan paso a risas y juegos, a la alegría del día que comienza. Se abren las puertas, suenan aplausos y se me hace un nudo en el estómago. Entran los costaleros y comienza a mecerse el Señor. Van desfilando parejas y parejas de nazarenos todos iguales. No tiene precio esa última mirada que dedican al Señor y a la Virgen antes de salir, una última oración y un “luego nos vemos” que se escapa a través del antifaz. Y el privilegio que tenemos de poder vivirlo ahí, de cerca, en un ladito del retablo, junto a ella. Suena el himno, el Señor ya avanza por la Callejuela, salen los penitentes y, de nuevo, pequeños nazarenos que siguen al Señor. De repente todo se acelera.
Una nube de humo inunda la iglesia con la llegada de los acólitos, que se colocan frente a la puerta. Comienzan a aparecer costaleros y, con ellos, la primera levantá. Dedicatorias, palabras que llegan al alma, y el momento de ponernos el antifaz. Se van acabando los nazarenos y nos acercamos al dintel de la puerta. Y todo pasa muy rápido. No importa si hace calor, si está nublado o hace viento. Esos momentos junto a ella pasan en un instante. Revirás, mecidas, los rosarios en los varales. Pétalos, aplausos, saetas. Padre Flores de calor, Plazuela, asilo y, sin darnos cuenta, ya estamos de vuelta en casa. Caras de emoción, satisfacción y alegría. Poco a poco y con mucho cuidado, ya está en casa. Rezamos la salve todos juntos y, entre abrazos y besos, nos susurramos “hasta el año que viene”.
Pero este año no ha venido. No huele a flores, ni a cera, ni a incienso. No huele a la capilla, ni a la plata limpia, ni a túnica recién planchada. No podemos verlos, pero sí rezarles. Nos queda imaginar, como estoy haciendo ahora, uno a uno estos momentos y repetirlos en la memoria, y escuchar la salve de nuestros recuerdos. No hay procesión, pero sí Semana Santa. No habrá este año ningún palio, pero ella estará en el mismo sitio, esperando a que vayas a rendirle esa última mirada y le digas “pronto nos vemos”.


DOMINGO DE RAMOS, Jesús Gandul Moreno

Hoy vuelve a ser domingo de ramos, y hoy se vuelve de nuevo a vestir el corazón de estreno. Pero lo hace de festivo y de luto a la vez ̶ sentimientos encontrados ̶. Sí, hoy, después de varios años de ausencia bajo tus pies, bajo la sombra de tu olivo, bajo Tus benditas trabajaderas, vuelvo a Ti. Aunque en la distancia, puesto que no hay procesiones, por las razones de peso que todos conocemos. Pero como ya escribí en su momento, nunca suspenderán nuestra Fe.
Hoy, cuando debería tener el corazón latiendo a mil por hora, como el primer año, como la primera vez –con júbilo-, lo hace, pero a la vez con un atisbo de pena y de melancolía (cosas de la condición humana). Es irremediable. Es domingo de ramos, sí, y lo hace alegremente por eso, pero con la pena y la congoja por los acontecimientos acaecidos en los últimos tiempos.
Túnicas guardadas, fajas y costales sin planchar, el pregón de un buen amigo que aún está por recitar, el desconsuelo de mi hija pequeña, al no poder llevar su varita al Calvario. Pero todo esto es ya harina de otro costal y forma parte de la memoria. Memoria ésta, la que me recuerda lo que Tú y yo sabemos…Solamente Tú y yo. El porqué de mi marcha hace varios años. ¿Por qué dije adiós?, cuando quise decir hasta luego. ¿Por qué no te escuché? Aún recuerdo aquella tarde de domingo a la altura del Teatro, cuando me dije ≪Aquí se cierra una puerta≫ y sin saberlo, cosas del destino…Tú abriste una ventana. Porque después de algunos años difíciles, años en los que la cabeza y el corazón iban cogidos por la cintura directos a una caída estrepitosa a un oscuro precipicio. Solamente quedaba rendirse. Era el final.
Pero no. Y aquella fue la mejor negación de mi vida. Dije NO. Y gracias a mi mujer, a mi familia, gracias a algunos amigos, a Susana (que fue importantísima) y por qué no decirlo…a mí mismo (por querer) pero sobre todo a Ti (Con las manos abiertas o con la cruz a cuestas, eso da igual)
Pude volver a ser feliz, y no me importa hacerlo público, desnudar mi corazón, escribirlo- ya que es lo que más me hace feliz y enorgullece…escribir)
Así que esta es mi manera de agradecer de corazón a todos los que de una manera u otra me ayudaron. Necesitaba estar aquí, sentirme vivo otra vez: reír, llorar (pero de alegría), enfadarme (por cosas verdaderamente importantes)
Gracias a Vds., costaleros salesianos. Y sobre todo a mis más que capataces, amigos Kisco y Juan Luis por hacer posible mi vuelta con todo el cariño por parte de esta gran CUADRILLA.
Y, si este año, el Señor no ha querido que lo ilumine el sol por Padre Flores, o quedar adormilado por la Cañá cuando empiece el alba a mermar, Sus razones tendrá. Aunque ya los viejitos estarán descontando las hojas en el almanaque esperando otro año más. Aquí pongo mi corazón y el alma en la trabajadera…Llama cuando quieras capataz.
Así que, sin más y con mi Fe más renovada aún, y esperando que llegue la hora, con los nervios de un niño el día de Reyes, Vamos a disfrutar de Ti, sé que vamos a disfrutar de Él. El que todo lo puede, el que nos espera en su capilla y en el Sagrario también, así que… ¡Se abran las puertas de la Gloria, que ya es DOMINGO DE RAMOS!
¡Al asilo con Él!


LAS VIVENCIAS DE UN DOMINGO DE RAMOS, SIN PALMAS NI OLIVOS.
Alejandro Calderón para www.lavozdeoromana.com (pulsar aquí)

El Domingo de Ramos tiene una tipología característica, que se repite cada Domingo de Ramos: El cura con la palma, los monaguillos de la procesión, el señor mayor con aire de tiesa solemnidad, la vieja que cojea con su ramo de olivo en la mano, las dos viejas agarradas del brazo, con bolso y ramita bendecida, el chaval de quince años con pocas ganas de procesión y muchas ganas de primavera. El bebé en el carrito estrenando alegría inocente, la devota que se queja del barullo de la Misa, el pobre que pide en la puerta haciendo recolecta extra, el que llega tarde y se incorpora a la Misa justo antes de terminar de leerse la Pasión, el que se escapa a la puerta a fumarse un cigarro mientras leen la Pasión, el que deja caer estrepitosamente la palma durante la lectura de la Pasión o al que le suena el móvil con una dichosa canción sonora que estropea el momento de solemnidad, son algunos de los momentos que añoraremos este Domingo de Ramos.
Hoy es un Domingo de Ramos, algo especial. Un domingo donde empieza la semana que culminará con la Pascua Florida de la Resurrección. Son los dos domingos claves de la gran semana de los cristianos y cofrades. Pero este domingo de Ramos, es algo especial. Este domingo, seguimos de continuidad de aislamiento por este dichoso Covid-19 que tanto nos está haciendo pasar, no seremos nosotros quienes lo vivamos. Este domingo, es domingo de los sanitarios, que luchan más que nunca por la vida de los demás, lo mismo que hizo nuestro señor Jesucristo.
Este Domingo de Ramos, no veremos salir a la Hermandad de La Borriquita desde lo alto del balcón de la Familia Lepe Cuberos. No veremos sonar el tintineo de la campanita que lleva la Borriquita, y escuchar los sones del Himno de Andalucía en la salida de la Madre de la Oliva. Tampoco capirotes rojos subiendo esa gran cuesta del ambulatorio, que durante muchos años subía en su vespa nuestro querido párroco José Luis Portillo, quien dio la vida a la Iglesia. Este Domingo de Ramos tampoco será casual, reencontrarnos con amigos que se encuentran fuera de Alcalá, por motivos laborales y que cada año venían para ver su querida Semana Santa Alcalareña, como es nuestro amigo Jose Gavira Ramos “Pollo”, el hijo de la “Maria la Loca”.
Al igual que tampoco será un domingo de Ramos, donde podamos ver al Señor de la Oración y su bendita Madre del Rosario hacer su especial estación de penitencia hacía los abuelos de la Residencia de Mayores de La Milagrosa. Será un Domingo de Ramos, algo inusual. No podré ver a mi querido padrino. Manuel Díaz Salazar, pasear con su traje negro por esa Callejuela del Carmen y su querida calle Mairena. Tampoco podremos ver esa bajada por la Cuesta del Rosario, o la llegada de contemplar, las caras de felicidad de los abuelos de la residencia que están todo el año esperando.
Un Domingo de Ramos, sin aglomeración de alcalareños ocupando sus sillas, que gracias a una gran labor del Ayuntamiento colocan para un mejor lucir de las cofradías, no es un domingo de Ramos. Una luz que brilla con un cielo alcalareño, donde los grandes saeteros se lucen para cantar una gran saeta, la Oración que Jesús nos enseñó. Un domingo de Ramos, donde no escucharemos las llamadas de los capataces o el racheo con su buen andar de los costaleros.
Un Domingo de Ramos, sin estrenos no es un domingo de Ramos. Hoy es Domingo de Ramos, pero sin palmas ni olivos.


"NOSOTROS SOMOS EL DOMINGO DE RAMOS", Enrique Ruiz Portillo, para el audiovisual "Hoy es Domingo de Ramos"

La primavera se templó antes de tiempo y el azahar hace días que ya blanqueó los naranjos. Sin embargo, la Semana Santa acudió fiel a su cita. Cielo azul, sol brillante, las nubes, de encaje, puro adorno… hoy Domingo de Ramos.
Pero dicen que una pandemia a nivel planetario nos ha robado la Semana Santa. Hoy concluye una Cuaresma larga, muy larga. De penitencia y confinamiento. Las largas filas de nazarenos blanquinegros no atravesarán la ciudad como la flecha que cada año inaugura el Tiempo mejor. Ninguna multitud de alcalareños presenciarán los pasos de Cristo y su Madre por nuestras calles. Nazarenos, monaguillos, acólitos, capataces, costaleros, hermanos dejarán sus ropas colgadas en el armario de la memoria y el recuerdo… pero no pueden robarnos la Semana Santa. Porque esa Semana Santa, hermano, está en ti. Está dentro de ti. Seguro que esta mañana has sentido que es Domingo de Ramos, has estrenado la ilusión de cada año… y en lo más profundo de tu ser cristiano, se alza la cruz de guía, y te recorre la cofradía del Señor de la Oración y la Virgen del Rosario. Nada ni nadie nos puede robar la Semana Santa, porque nosotros somos, en nosotros está el Domingo de Ramos.